Alicia ha estado triste desde la última vez que vió al conejo. Ha rogado por verlo de nuevo para poder seguirlo hasta el país de las maravillas. Mas no ha vuelto a aparecer. Quiere regresar a ese día en que se fue de paseo y llegó hasta un mundo mágico. No entiende qué ocurre. Sueña con aquel día en que pisó por primera vez aquel lugar. Años han pasado. Años ha estado triste. Ya no encuentra la puerta a ese lugar. Duda de la realidad de su viaje. Es que su alrededor le dice que la magia no existe. Insisten en que no hay tiempo para soñar. ¿A dónde te has ido conejo? ¿Por qué no me dejaste allá?... ¿Por qué no me enseñaste a volver a soñar... a seguir soñando... a siempre soñar? Trataba de mantener esa llama tenue de su imaginzación viva. Trataba de que su mente no se restrinja a la lógica ni al apuro. Imposible. El tiempo pasaba y lo único que le demostraba es que todo había sido irreal. La llama se convirtió en un leve humo. Había olvidado cómo volar.